El término se originó en las costumbres comerciales de la Roma clásica, donde los negocios de envergadura se llevaban a cabo en el foro, mientras que los charlatanes se reunían en las encrucijadas de dos o tres calles.
En las encrucijadas de tres calles, llamadas en latín trivium, ‘tres vías’, era donde se situaban aquellos comerciantes que pretendían ser conocidos y querían ofrecer sus mercancías al mayor número posible de viandantes. Entre estos comerciantes de poca monta se incluían las rameras o esquineras.
Algo tan frecuentado como un cruce de caminos, propiciaba que lo allí expuesto fuera conocido por todos, deveniendo común, vulgar, poco novedoso y carente de importancia.
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