Se dice creer a pies juntillas o seguir a pies juntillas cuando no se pone en duda algo.
La expresión tiene su origen en un juego infantil que consiste en saltar, con los pies juntos y con los ojos cerrados o vendados, de un cuadro que está pintado en el suelo a otro, siguiendo las indicaciones que aporta un compañero que está contemplando la jugada y al que hay que creer a ciegas para no incurrir en el error de saltar fuera del cuadro.
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