La frase tiene su origen en el ámbito militar y hace alusión a los soldados de infantería que tienen a su cargo, no sólo cargar y disparar el cañón, sino aguantar el fuego enemigo, cuando es uno de los lugares más peligrosos en el frente porque es fácilmente identificable. El origen de este modismo pudiera enlazar con la gesta de Agustina Zaragoza, la heroína del sitio de la ciudad del mismo nombre durante la Guerra de Independencia española contra los franceses. Agustina tomo la decisión de permanecer junto a un cañón cuyos servidores habían caído en combate y, ocupando su lugar, disparó la pieza contra el enemigo. Su gesto simbólico y valiente no sólo ha pasado a los anales de la Historia de España sino que, posiblemente, diera lugar al nacimiento de este modismo que significa resistencia y heroicidad ante una situación límite.
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