Se dice que alguien mete el dedo en la llaga cuando hurga en un problema reciente que ha traído mucho dolor al otro.
Esta expresión proviene de la Biblia. Una vez resucitó Jesucristo y fue a ver a sus antiguos discípulos, Tomás dudó de que realmente fuera él. De manera que se acercó y le tocó en las heridas, las llagas, para comprobar que eran reales. Al ver las caras de dolor y la veracidad de las mismas, no dudó de la autenticidad de su maestro.
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