Se dice que alguien lleva una buena torrija cuando está borracho.
Parece ser que en el siglo XVII, en las tabernas de Andalucia o Madrid, pasamos de discutir el origen real de la expresión, era costumbre servir una torrija con un chato de vino. De manera que si uno se tomaba muchas torrijas, volvía bastante afectado a casa.
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