Se alude a las cuentas del Gran Capitán cuando una cuenta parece muy inflada.
Este dicho procede de cuando el Gran Capitán, Gonzalo Fernández de Córdoba, en 1506, tuvo audiencia con los Reyes Católicos tras tomar el reino de Nápoles y presentarle unos gastos muy exagerados.
Parece que para justificar dichos gastos, aparte del típico material militar, aludía a cosas tales como el heroísmo de los soldados, la victoria de tal batalla y tal otra, etcétera.
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