Se dice que alguien tomó las de Villadiego cuando huyó de una situación.
Para esta expresión, como con tantas otras, hay varios posibles orígenes, pero el más aceptado es el siguiente:
Villadiego es un pueblo de Burgos. En el siglo X era un pueblo de gran comercio, a cuyo alrededor floreció una gran comunidad de judíos. Estos judíos eran pecheros del rey, es decir, eran personas que pagaban un tributo especial (pecho).
Esta comunidad y, sobre todo, sus impuestos, fueron muy importantes, pues aportaban una cantidad considerable de dinero en las arcas reales. De manera que, como siempre ha pasado, cuando los judíos eran perseguidos en la península en 1223, el rey Fernando III el Santo redactó una carta-encomienda para que no se persiguiera a los judíos de Villadiego. Que una cosa es la religión y otra muy distinta los dineros.
Para que estas personas fueran distinguidas de las demás y no se les hiciera nada, se les hacía vestir unas calzas amarillas. De esta manera Villadiego era un municipio al que se acudían buscando refugio los judíos.
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