Esta expresión tienen un origen bíblico. En un punto cuentan un sueño que tuvo el rey de Babilonia, Nabucodonosor. En él, el monarca vio una estatua enorme con cabeza de oro, tronco de plata, caderas de bronce, piernas de hierro y pies de barro.
Una piedra rodante impactó contra los pies provocando que se desmoronara por entero la estatua.
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